Erase de verano, cuando una familia de puercos
espines vinieron a la selva para vivir allí. El tiempo era magnífico, hacía
calor y todo el día los erizos se divertían bajo los árboles del bosque cazando
moscas, mariposas y todo tipo de insectos para alimentarse abundantemente.
Un día vieron una hoja amarilla que se caía. Había
llegado el otoño. Jugaron con las hojas que en gran cantidad caían de los
árboles y de noche se refugiaban bajo un colchón de aquellas hojas para dormir,
porque ya hacía frío.
Cada vez hacía más frío. En el río ya comenzaron a
aparecer témpanos de hielo y llegó la nieve. Todas las hojas quedaron bajo un
colchón de nieve. Los erizos temblaban de frío todo el día y de noche no podían
cerrar los ojos. Decidieron excavar una cueva bajo tierra para refugiarse.
Así que una noche decidieron entrar para dormir
juntos acercándose el uno al otro bien apretados para calentarse y dormir. Pero,
al acercarse, sin querer se pinchaban entre sí con sus agudas púas. Entonces
tenían que salir afuera. Pero al frío era tan insoportable que de nuevo tenían
que volver para calentarse entre sí. Y otra vez, se herían y no podían
calentarse. Finalmente, para poder estar cerca sin sufrir, decidieron retirar
lo más posible sus púas y con mucha atención lograron encontrar la justa
posición. El viento frío soplaba con fuerza, pero ahora podían dormir todos
juntos.
Esta parábola es del
filósofo alemán Schopenhauer y, aunque no responde perfectamente a la realidad,
sirve muy bien para expresar lo difícil que es la convivencia de los seres
humanos que somos tan diferentes y muchas veces difíciles a soportar.
Aunque no es exacto que
los puerco espines se pinchen unos con otros al estar juntos, la moraleja de la
parábola es muy válida porque a menudo, con nuestros carácter, somos causa de
sufrimiento para los demás. No nos damos cuenta, muchas veces, que hacemos
sufrir a los que viven a nuestro lado.
Hay que tener mucho
cuidado para atenuar nuestras asperezas y poder convivir soportándonos como
hermanos e hijos del mismo Padre Dios. No se pretende que seamos amigos de
todos, porque la amistad tiene sus límites y condiciones, pero sí podemos
respetarnos y buscar realizar una convivencia pacífica dado que somos muchos y
vivimos en el mismo planeta y.
Nos lo dice
Jesús:"Si ustedes aman a los que los aman ¿qué premio merecen? ¿no obran
así también los pecadores?(Mt 5, 46)
Pbro.
Pedro Chinaglia Salesiano (SDB)
En breve publicaré
más historias sobre “MOTIVACIÓN Y
REFLEXIÓN” mientras tanto, te recomiendo que visites los diferentes enlaces que encontraras en mi web.
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