(Salud = los caprichos nos engañan, como la droga)
Cuando Dios
creó a la mujer creó también LA FANTASIA. Cierto día LA
VERDAD quería conocer un gran palacio y tenía que ser el palacio del
Gran Sultán Harun Ar-Rachid, el Emir de todos los creyentes. La verdad se cubrió
con un velo muy transparente y cuando despuntaba en el cielo las primeras luces
del alba fue a llamar a la puerta del palacio del Gran Sultán.
Cuando el jefe
de la guardia abrió la puerta y vio aquella mujer tan bella pero prácticamente
desnuda, asombrado le pregunto:
- "¿Quién
eres?"
- "Soy la
Verdad y deseo hablar con el Sultán". - El jefe de la guardia celoso de la
seguridad de palacio, fue corriendo a hablar con el Gran Visir e inclinándose
humildemente ante él le dijo:
- "Señor,
ahí fuera hay una mujer muy hermosa, casi sin ropa que quiere hablar con el
Sultán".
- ¿"Y cómo
se llama?.
- "Dice
llamarse Verdad, señor".
- ¿Qué dices? ¿Qué
la Verdad quiere entrar en palacio? ¡De ningún modo! ¿Qué sería de nosotros, si
La Verdad entrase en palacio? Sería nuestra desgracia, nuestra ruina. Diga a
esa mujer que se marche inmediatamente. El Visir se sintió temeroso y amenazado
ante aquella inesperada visita. El jefe de la guardia volvió a la entrada del
palacio y le dijo a la verdad:
- "Lo
siento mucho hija mía, pero tu desnudez podría escandalizar a nuestro Califa.
"Sigue tu camino y que Dios te acompañe". La Verdad se fue muy
triste, pues ella quería conocer un gran palacio,
Pero...
Cuando Dios creó a la mujer también creó la OBSTINACION.
Esta vez la Verdad se cubrió con pieles mal olientes, de las que usan los
pastores del desierto y con paso firme, con el sol quemante en su espalda, se
dirigió al palacio del Gran Sultán. Cuando llegó a la puerta, tomó la aldaba
entre sus manos y golpeo con severidad. El jefe de la guardia abrió y le
preguntó:
-"¿Quién
eres?"
- "Soy la
acusación, y exijo una audiencia con vuestro Sultán" - (voz severa y
firme).
Aquella espantosa mujer inspiró cierta
desconfianza al jefe de la guardia, que cerrando la puerta con escrúpulo, le
dijo:
-"Aguarde
ahí, iré a anunciar su visita"- Cuando estuvo ante el Visir le dijo:
-"Afuera
hay una horrible mujer, que quiere hablar con nuestro Sultán".
-"¿Y Cual
es su nombre?"
- "Afirma
llamarse Acusación, mi señor".
- ¿Qué la
acusación quiere entrar en palacio? ¡De ningún modo!. Ordena a esa mujer que se
marche de inmediato. "Pronto echadla de mis dominios".
El jefe de la
guardia volvió y sin darle explicación alguna echó a La Verdad a empujones de
palacio.
-"Fuera,
fuera de aquí, en palacio no queremos a gente como tú". La Verdad se fue
muy enojada, pues ella quería entrar en palacio.
Cuando
Dios crea a la mujer creo también EL
CAPRICHO. En esta ocasión La Verdad fue a buscar las ropas más bellas que
pudo encontrar, delicadas sedas, brocados y tejidos bordados con los colores
del arco iris. Adorno sus manos con anillos de piedras preciosas y su pecho con
collares de zafiros, brillantes y rubíes. Perfumó su cuerpo con esencia de jazmín.
No podía estar más bella. Cubriendo su rostro con un velo bordado en oro y
plata, cuando se vislumbraban las últimas luces del día, fue a llamar a las
puertas de palacio. El jefe de la guardia al ver aquella mujer tan bella quedo
boquiabierto y pregunto con delicadeza:
-"¿Quién
eres?"
-"Soy la
fábula y me gustaría tener audiencia con vuestro Sultán".(Dice con voz
melodiosa y dulce). El jefe de la guardia se apresuró en ir en busca del Gran
Visir, dando tropezones sin fijarse por donde iba, pues no podía apartar sus
ojos de aquella bellísima mujer. Cuando estuvo ante el Visir, le dijo:
-"Ahí
fuera hay una mujer tan hermosa que más parece una princesa en la decimocuarta
noche de luna".
-"¿Y Cómo
se llama?"
- "Fábula,
mi señor"
-"¿Cómo? ¿Qué
la Fábula quiere entrar en palacio? ¡Bendita sea La Fábula! ¡Alabado sea Dios!
Que sea recibida por cien esclavas que vayan a su encuentro. Agasajarla con
flores y que suenen las trompetas. Y así fue como las puertas del gran palacio
de Bagdad se abrieron finalmente de par en par a nuestra peregrina.
Fue así como
La Verdad vestida de Fábula, al fin pudo pasar y conocer el gran Palacio para
encontrarse con el Sultán Harun Ar-Rachid, el Emir de todos los creyentes.
Fábula anónima
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