Después de una larga y honesta vida un chino murió y
fue destinado al paraíso. Como era un tipo muy curioso, pidió permiso para dar
primero un vistazo al infierno. Un ángel le acompañó y pudo así mirar desde la
ventana lo que sucedía allá dentro. Y se cayó de espaldas al ver un inmenso
salón lleno de luz y de mesas con todo tipo de comida. Mesas y mesas preparadas
con platos de arroz humeante y apetitoso. Pero los que estaban alrededor de
estas mesas, eran flacos, piel y huesos, pálidos y ojerosos.
¿Cómo es posible que sean así?" les preguntó al
ángel, "con tanto arroz que tienen delante?" "Mira bien" le
contestó el ángel, "cuando llegan aquí reciben todos dos palitos de los
que se usan en china para comer. Pero tienen un metro de largo y, para llevar
la comida a la boca, los dos palitos largos un metro no le sirven por ser
demasiado largos. De manera que no pueden llevarse el arroz a la boca y sufren
un hambre tremenda con tanta comida delante.
El buen chino quedó horrorizado. Era verdaderamente
un terrible castigo que sufrían aquellos condenados que, por más que esfuerzos
que hacían, no podían probar ni siquiera un granito de arroz. No quiso ver nada
más y se fue al cielo.
Allí lo esperaba otra sorpresa. El paraíso parecía
la misma cosa que el infierno. Un inmenso salón lleno de gente alrededor de
mesas con arroz humeante y... los convidados todos con dos palitos laaaaaaar...
gos un metro cada uno. Pero estaban todos alegres y gorditos, rozagantes de
salud.
"¿Cómo puede ser esto?" le preguntó el
chino al ángel. " Y éste le sonrió diciendo: "Mira bien como se
ayudan el uno al otro. Aquí cada uno se preocupa de dar de comer al que está en
frente o al vecino de la derecha y de la izquierda. Y todos comen en abundancia
porque cada uno se preocupa por el otro.
Esta parábola no
pretende describir lo que pasa en el infierno o en el paraíso, sino que imagina
lo que sería este mundo si superando nuestro egoísmo individualista, nos
preocupáramos del bien de los demás. Y el paraíso se encuentra donde existe un
grupo de personas que se preocupan los unos por los otros y viven como hermanos.
Y el infierno se anticipa cuando nos encerramos en nosotros mismos buscando
únicamente nuestro interés.
Quién sabe abrirse al
amor tiene ya un pie en el paraíso. La muerte consistirá en retirar el pie que
está aquí para colocarlo donde está el otro, en el cielo. De la misma manera, el
egoísta tiene ya un pié en el infierno y su muerte, a menos que no se
arrepienta, consistirá en colocar el pie donde ya está el otro, en el infierno.
Pbro. Pedro Chinaglia Salesiano (SDB)
SIGUIENTE --->EN CAMBIO YO TE DOY AMOR..
En breve publicaré
más historias sobre “MOTIVACIÓN Y
REFLEXIÓN” mientras tanto, te recomiendo que visites los diferentes enlaces que encontraras en mi web.
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