En un hospital una hermana había curado con infinita
ternura a un paciente totalmente incrédulo. Nunca le pudo hablar de Dios ni de
Jesucristo. Cuando le dieron de alta, este hombre le dijo a la religiosa:
"Hermana, usted no me habló de Dios, pero hizo mucho más: me lo hizo
ver".
Sabemos que más que
predicadores el mundo de hoy necesita testigos. De nada sirven las palabras que
no sean una explicación de los hechos concretos, del testimonio de vida que las
precede.
Lucas escribe de Jesús
que empezó a hacer y predicar. (He 1, 1). Primero “hacer” luego “predicar”, es
decir, explicar el sentido de sus acciones.
Hoy día el mundo está
nauseado de palabras, de discursos bonitos y de buenas intenciones. Ya nadie
cree en las palabras. Si el anuncio del evangelio no está precedido de signos
claros de amor verdadero, de caridad concreta y de testimonio de que el mismo
Cristo está actuando en nosotros, nadie va a creer en lo que anunciamos.
"Cuando venga el
Defensor que yo les enviaré y que vendrá del Padre, él dará pruebas en mi favor.
Y ustedes serán mis testigos ya que han estado conmigo desde el principio".
(Jn 15, 26-27)
Si el cristiano vive del
Espíritu de Jesucristo, que es Amor, entonces el Espíritu Santo hablará por
medio de él y dará testimonio de la resurrección de Jesús.
Pbro. Pedro Chinaglia Salesiano (SDB)
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En breve publicaré
más historias sobre “MOTIVACIÓN Y
REFLEXIÓN” mientras tanto, te recomiendo que visites los diferentes enlaces que encontraras en mi web.
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